
Cómo no sentirme afortunado del verano, de este sol que calienta mi estómago y sonrisa.
Cómo no agradecer todo el camino, que aunque a veces he recorrido cabizbajo o concentrado en mil problemas o angustias, ahora me ha permite ver el abismo que he ido escalando en 10 años.
DIEZ AÑOS desde que 3 compañeros de carrera decidimos brincar a una aventura incierta:
No buscar trabajo, no aceptar propuestas, aventarse al abismo de buscar los primeros clientes, crear un producto, hacer finanzas, conseguir instructores.
DIEZ AÑOS de oscilar en ciclos escolares, consiguiendo escuelas e instructores, haciendo más niveles, más sucursales, sufriendo por que las cuentas den el dinero y fondos que necesitábamos para mantenernos a flote.
Baches: escuelas molestas, ocasionalmente algún trabajador derrotado, fracasos en metas de ventas, enojos tratando de alcanzar nuestras expectativas, sentimientos de desigualdad, de cansancio y de frustración.
Preguntándonos si este era el camino, si no nos habíamos ya desviado mucho de nuestro destino.
Algunos compañeros de viaje desistieron entre la lluvia y el cansancio, otros seguimos.
DIEZ AÑOS de éxitos soñados y muchos a veces inesperados: de alumnos ganando competencias, de clientes y proyectos nuevos, de cursos donde los niños sí la pasaban increíble, de momentos donde aprendían y crecían felices, de padres agradecidos, de escuelas que sí pagan a tiempo.
De trabajadores que se vuelven compañeros de un sueño, que se vuelven miembros del viaje en que nos transformamos.
Momentos de enseñar la casa y adornarla, de compartir lo aprendido, de difundir el sueño que hemos construido con prensa, en conferencias, en viajes, con nuevos socios que entusiasmar sobre el camino, sobre nuevos proyecto, puentes y alianzas.
DIEZ AÑOS, DIEZ CICLOS, DIEZ CALENDARIOS,
DIEZ PRESUPUESTOS Y ESTADOS FINANCIEROS,
MÁS DE QUINCE MIL NIÑOS EL AÑO PREVIO,
MÁS DE TREINTA MIL ESTE AÑO.
MÁS DE TREINTA MIL ESTE AÑO.
Y entre las bases de este volcán, entre las rocas de este viaje, desde más de 3,650 días de altura uno ve el trayecto; a la gente que en el camino nos ayudó a sostener la marcha; a aquellos que encontraron otros sueños; a los muchos que se han ido agregando.
Y estando a la mitad de esta montaña, puedo observar ahora que no es una sola y que aún hay mucho que podremos subir juntos. Es una cordillera que se extiende en México a más de 20 millones de niños, que se conecta con al menos tres generaciones que queremos hacer un cambio.
Es un sueño que se conecta además con otras cordilleras de docenas de países y proyectos.
Somos un mundo que espera que algo diferente suceda.
Somos un impulso donde a momentos caminamos y nos alentamos para que algunos abandonen el valle y encontremos nuevos caminos que suban a la montaña.
Cómo no sentirse afortunado, después de DIEZ años de caminar entre volcanes,
DIEZ años de RobotiX, de esta Generación RobotiX que apenas despierta.
DIEZ años de RobotiX, de esta Generación RobotiX que apenas despierta.

Wow! Veni vidi vinci
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