
Si la modernidad nos presionara para prohibir DOS CONCEPTOS, “hacer pausa” y “pensar” podrían sin duda ser los nominados.
En la actualidad no hay tiempo para HACER PAUSAS; vivimos claramente en un mundo acelerado donde gracias a los avances tecnológicos que nos permiten la omnipresencia (el internet, los celulares inteligentes, las redes sociales, el Cloudworking) tenemos una red de ciudadanos cada vez más ocupada.
Seguido me descubro a mi mismo escribiendo mensajes en mi celular mientras camino por la calle, mientras me transporto en un taxi, en el semáforo cuando manejo, al amanecer, al anochecer, en el baño, en una junta. Los aparatos se han multiplicado intercalando los horarios para amamantarse de electricidad e información: el nuevo reloj inteligente que sutituyó a otro reloj inteligente, el celular, el medidor de pasos, la bocina bluetooth de mi habitación, la laptop, la tablet, los gatos que maullan cuando me ven llegar intermintente a mi departamento. En los últimos años, sólo hemos ido más rápido; en mi oficina tenemos juntas mientras comemos, cito a aliados para desayunar, durante los fines de semana tengo charlas de café con amigos que viven en otras ciudades, inclusive en mi viaje a un proyecto en Perú en enero, tuve que optar por ver a mi terapeuta por video teleconferencia. Se me queda grabada una frase de mi madre en diciembre pasado en alguna de nuestras comidas dominicales:
Estoy cansadísima, corro y corro haciendo todos mis pendientes para descubrir que no lo logro. Estoy como en una carrera donde no puedo alcanzarme a mí misma.
Este comportamiento acelerado no sólo sucede en los individuos o en las familias, es un síntoma también de empresas, universidades, países, economías y sistemas internacionales.
Más rápido crece el listado de nuevas oportunidades, opciones y asuntos a resolver expandiéndose con una aceleración constante, de lo que somos capaces de ir resolviendo las cuestiones que se nos presentan.
Platicando con mi terapeuta lo descubrí:
actualmente EL PRESENTE NO NOS ALCANZA PARA EL FUTURO.
En la actualidad tampoco hay tiempo para PENSAR.
Es irónico que todos pensamos que pensamos continuamente por el ejercicio diario de organizar, enlistar, elegir, actuar y consumir ante la diversidad de alternativas que se nos presentan: cuando despertamos por la mañana, enlistamos nuestros pendientes; cuando abrimos el refri (me refiero a quienes en verdad guarden algo dentro de él, que no suele ser mi caso) eligen qué desayunar, los que lo encontramos vacío, elegimos una solución para desayunar antes del trabajo sin llegar tarde. Todo el tiempo se nos presentan alternativas u opciones y decidimos sobre ellas: nos iremos en uber o llevaremos el coche; cuál de todos los pendientes organizaré primero; a cuál de mis gerentes veo primero; a cuál de nuestros aliados le escribo hoy un correo o resuelvo alguno de los temas que tengo con ellos atrasados. Por suerte, las agendas del celular, nos ayudan a recordar los tiempos que ya tenemos consignados y comprometidos; por ahí algunas notas nos cuentan de aquellas decisiones que ya hicimos previamente y que no necesitamos recordar pues podemos sólo obedecerlas.
Sin embargo, ¿cuándo fue la última vez que tuvimos la posibilidad, el tiempo, la energía, con o sin una tasa de café de reflexionar profundamente, con ambos lóbulos del cerebro atentos, con las emociones, los sentidos y la razón, sin distractores, sobre la posibilidad de meditar y calcular una decisión más profunda, una perspectiva más completa que la solución a un problema operativo de menor o mayor complejidad?
¿A caso el tiempo para pensar profundamente ha quedado restringido a decisiones amorosas discutidas en cafés o a los bocetos que hacemos sobre cuadernos en solitario? Yo lo he encontrado principalmente cuando viajo solo y me detengo por la mañana en algún café donde el tiempo no pase o en esas DELICIOSAS horas en las que me permito concentrarme durante un vuelo de avión (eso antes de que les pusieran películas).
PENSAR no es sólo automatismo metodológico de causa y efecto o estrategia; también requiere tiempo para el cuestionamiento y sobre todo de estructurarnos de información de calidad (que aún siendo externa, necesitamos hacerla interna o de otro modo sólo es obediencia informativa).
A mi parecer, la información es hoy, a plena luz de las tecnologías que llevan su nombre una de las mayores ironías: estamos tan inundados de información, que es como pretender ver los microorganismos en el agua del Niagara metiendo la cara boca arriba dentro de la catarata.
Vivimos en momentos donde el exceso de información nos CIEGA; elija una pregunta relevante a un tema polémico que le preocupe y tendrá un inmenso número de opiniones, algunas positivas, otras negativas, algunas intermedias y otras insólitas; hay un nuevo espejismo que propone que cualquier perspectiva es válida en función al observador, a que el individuo puede inclusive dejar de preocuparse por distinguir entre las ilusiones, la mercadotecnia, los temas sociales, las noticias y la “verdadera realidad” que lo circunda; de entrada, las interpretaciones de la realidad son hoy descritas con tanto detalle que es como si estuviéramos viendo fotos microscópicas del césped de una boda sin encontrar a los novios.
Hoy inclusive hemos perdido la esperanza de asir la realidad, nos sabemos y describimos completamente incapaces.
Y a pesar de lo anterior, creería que al unísono, ante esta VELOCIDAD e INMENSIDAD, necesitamos del refugio de la PAUSA y el SILENCIO para PENSAR y DESCANSAR.
Somos muchos los que hemos ido requiriendo de estos espacios: la hora de dejar el celular en la entrada de la casa; de un espacio en silencio para el dibujo o para acariciar a los gatos y contemplar el paisaje; muchos nos hemos alejado de la Televisión uniéndonos a vicios también invasivos como el celular o una laptop pero con un firme acto de fe de reconectarnos más profundamente.
Nuestro mundo pareciera requerir de formas para recuperar el aliento y desacelerarse.
Se estarán preguntando porqué a alguien le podría interesar hacer una pausa para pensar en este Sitio de Internet y a decir verdad NO LO SÉ.
Sin embargo, siento que la única forma de investigarlo, es compartiendo todo esto.
También sé o más bien me he obligado a enlistar, que quiero aprovechar este espacio para una serie de objetivos:
- Construir desde cero y desde mi curiosidad en este espacio, a la vez que me lo explico a mí mismo, las fuerzas que están impulsando a nuestro mundo hacia esta aceleración “descontrolada”: desmembrar sus fuerzas, cuestionarlas, inclusive quizá asustarnos de ellas un poquito, darles también un marco de a dónde se dirigen y cómo formarán una serie de cambios RADICALES y OPORTUNIDADES significativas para los que sepan aprovecharlas.
- Reconstruir las problemáticas que más me aflijen y poner los problemas en una PERSPECTIVA REAL DEL CAMBIO QUE ESTAMOS CONSTRUYENDO, quizá sin quererlo, del mundo que conocíamos.
- Compartir mis cuestionamientos y reflexiones con otros, de suerte que mi voz pueda tener eco en otras mentes que me ayuden a co-construir algo más claro para “nosotros”; el tiempo actual nos da pocas oportunidades de redibujar el mundo que tenemos frente a nosotros o de sentirnos acompañados en este río y esta me parece una oportunidad única y trasgresora de construirlo nosotros.
- Tengo la esperanza de que estas reflexiones, mediciones, cálculos y PROPUESTAS motiven a otros a que logremos “CAMBIAR EL MUNDO”. En ocasiones soy muy pesimista de este cambio; en otras, he tenido que “salir del closet” con mis conocidos y por ridículo que suene confesar que secretamente quiero CAMBIAR EL MUNDO .
- Adicionalmente también opto por escribir sobre la cotidianeidad, el ocio y trivialidad presentes en mi vida: les contaré de mis gatos, de mis ideas circunstanciales, de la Ciudad de México o mis viajes, de mi miedo a la gordura o la calvicie, de mi empresa, de sobrevivir en una oficina o inclusive sobre mis meditaciones sobre el amor o la vacuidad. Creo que son estos pequeños temas los que narran el caleidoscopio social que conformamos todos.